En artículos anteriores abordamos el origen de la serigrafía, una de las técnicas de impresión más utilizadas. Hoy nos centramos en sus aplicaciones industriales, donde encontramos productos tan habituales como displays o señales.
La serigrafía industrial consiste en el marcaje con tintas especiales de soportes que admitan esta técnica de impresión y que puedan producirse en serie. Las tintas pasan por un tamiz de hilos muy finos, lo que se conoce como pantalla de serigrafía, sobre el que hay una “reserva” por donde no pasa la tinta.
La serigrafía industrial se emplea cuando no podemos recurrir a trabajos de imprenta tradicional, como consecuencia de la forma, el tamaño y el material del objeto a imprimir. También es posible que por las características del producto (durabilidad, por ejemplo) se elija la serigrafía en lugar de otros métodos, como la litografía. El primero, en todo caso, proporciona unos matices y una persistencia que son difíciles de igualas con otra técnica.
Así, encontramos productos marcados con serigrafía industrial en adhesivos impresos, carátulas, sinópticos, cuadros de mando, displays, etc.
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